Bogotá es una ciudad inmensa. Con un área metropolitana de más de 12 millones de habitantes, la capital de Colombia se posiciona actualmente como la cuarta ciudad más grande de Latinoamérica, tan solo detrás de metrópolis de la talla de São Paulo, Ciudad de México y Buenos Aires.

Se dice, además, que Bogotá es “la ciudad de todos”, y con razón: al ser el centro político y económico del país, Bogotá recibe a personas de todas las regiones de Colombia y del mundo, que llegan a ella gracias a la multiplicidad de oportunidades laborales y educativas que ofrece a nacionales y extranjeros. Sin lugar a dudas, la migración se ha convertido en uno de los motores productivos y culturales de esta ciudad, a tal punto que, a día de hoy, 1 de cada 3 habitantes de Bogotá es migrante.

De todas maneras, la mayoría de la población sigue estando compuesta por nativos, y aunque el gentilicio oficial de las personas de Bogotá es “bogotanos”, lo cierto es que rara vez oirás a alguien llamarlos de esta manera. Por eso, para que no quedes desorientado cuando vengas a la ciudad, aquí te contamos algunas cosas sobre las principales formas para referirse a los bogotanos.

Santafereños

La capital de Colombia es una de las ciudades más antiguas del continente. Fue fundada el 6 de agosto de 1538 por el conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada, durante su exploración por la cordillera central, en el entonces territorio de los indígenas muiscas.
Jiménez de Quesada, andaluz, quiso rendirle honores a su tierra de origen durante su paso por América, por lo que decidió dar el nombre de Nueva Granada al territorio conquistado, y a su centro administrativo lo llamó Santafé, como el pueblo en el que nació.

Por esta razón, el primer título dado a los bogotanos fue el de santafereños, del cual se derivan, entre otras cosas, los nombres de muchos de los platillos insignia de la capital, como el tamal santafereño, el ajiaco santafereño, el chocolate santafereño y las onces santafereñas.

El nombre de Santafé (también escrito como Santa Fe) fue muy común durante toda la época colonial: una provincia en Argentina, una localidad en Chile, varios pueblos en el sur de Estados Unidos y otros tantos en México compartían nombre con nuestra ciudad. Por esta razón, para que no se confundiera con sus homónimas, los habitantes de la ciudad comenzaron a llamar a esta como la Santa Fe de Bacatá, nombre dado por los indígenas muiscas a este territorio antes de la llegada de los españoles.

De Bacatá el nombre fue evolucionando hasta el actual Bogotá, y así los santafereños se convirtieron en bogotanos. Pero entonces, ¿por qué se les dice “rolos” o “cachacos”?

Rolos

El más antiguo de estos términos es el de “rolos”. En un principio, fue utilizado por los españoles que llegaban a Bogotá para referirse de forma burlesca hacia los nativos y mestizos, por su particular manera de pronunciar la letra ‘r’. Se decía que ellos no hacían vibrar la lengua, sino que la enrollaban hacia atrás, produciendo un sonido muy parecido al que hoy en día podrías oír en un costarricense.

Cachacos

Al igual que “rolo”, la palabra “cachaco” comenzó como un término peyorativo. Así era como se le llamaba a la juventud bogotana para burlarse de su forma de vestir, que era vista por los mayores como sucia y desaliñada. Sin embargo, para ellos esta palabra se convirtió en motivo de orgullo y la adoptaron con cariño.

Entonces, ¿rolos o cachacos?

Con el pasar de los años, “rolo” y “cachaco” adquirieron significados propios: el primero para referirse a los bogotanos hijos de padres foráneos o extranjeros, mientras que el segundo para nacidos en Bogotá cuyos padres y abuelos también eran nativos de la ciudad.

Hoy en día, sin embargo, los términos “rolo” y “cachaco” se utilizan ya como sinónimos intercambiables. Si estás en el interior del país (Bogotá, la región paisa, el Eje Cafetero, los Llanos, y demás) oirás hablar de rolos; en cambio, si te encuentras en la Costa Caribe, lo más seguro es que los llamen cachacos. En ambos casos, lo importante es que sepas que te están hablando de alguien de Bogotá.

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Rolos… santafereños… cachacos… Sin importar cómo los llames, los bogotanos siempre estarán con los brazos abiertos y felices de recibir visitantes de todas partes de Colombia y el mundo. Esta es la gran ciudad del país, y ofrece toda clase de oportunidades y retos para cualquiera que se atreva a descubrir las maravillas que esconde desde sus más de 2.600 metros de altura.

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Todos los artículos de este blog han sido escritos por los profesores de nuestra escuela y por estudiantes de diferentes países que viajaron a Colombia para aprender español.
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