Lucho Pérez 

El primero de esta lista no podía ser otro sino él: Lucho Pérez, compositor de Soy getsemanicense, el himno del barrio. Nació en Getsemaní en 1927, en una antigua casa de la Calle San Juan. Creció en el barrio, y sus calles fueron testigos de sus primeras melodías. Desde muy niño comenzó a cantar, talento que le valió para ingresar al legendario conjunto de Los Corraleros de Majagual, junto a otras grandes figuras de la música del Caribe Colombiano de la talla de Calixto Ochoa y el rey vallenato Alfredo Gutiérrez.  

Fundó su propio grupo llamado la Sonora Buscapié —hoy conocido como la Sonora Dinamita—, y fue ahí donde tuvo la idea de componer una canción a su barrio. Se dice que Lucho tardó más de dos años en terminar de escribirla, arreglar la melodía y armar las rimas. En su letra se expresa el orgullo de sus habitantes, herederos del espíritu rebelde y soñador de quienes de esta cuna de la independencia de Colombia, y se mencionan muchos de los lugares icónicos del barrio —por los que ustedes también caminarán cuando estén allí—.  

SOY GETSEMANISENSE – La Sonora Dinamita (Video Letra) 

Juan Carlos Coronel 

Si subimos dos cuadras desde la casa de Lucho Pérez en la Calle San Juan, llegaremos a la esquina que corta con la Calle de la Sierpe. En esa esquina hay una casa grande donde hoy se encuentra un restaurante, y que en su momento colindaba con la famosa Jabonería Lemaitre. Allí, en el primer piso de la casa, vivió durante su infancia el cantante y productor Juan Carlos Coronel.  

Según él mismo cuenta, su carrera comenzó en Getsemaní, cantando y recorriendo sus calles, desde la Plaza de la Trinidad hasta el antiguo Mercado Público de Cartagena, donde ahora se encuentra el Centro de Convenciones. Su larga trayectoria comenzó desde los 14 años, cuando grabó con The Latin Brothers y Fruko y sus Tesos. Cuatro décadas después, con decenas de discos producidos, otros tantos grabados, y un Premio Grammy, Coronel puede decir que ha llevado el nombre de Getsemaní a lo más alto del arte latinoamericano y mundial.  

Rocky Valdés 

El mismo Mercado Público en que Coronel entonó sus primeras notas fue el lugar en el que Rodrigo Valdés —o Rocky, como lo llamaban sus amigos— comenzó a lanzar los puños que lo llevarían de las calles de Cartagena hasta los más prestigiosos cuadriláteros del planeta.  

Vivía sobre la Calle del Arsenal y trabajaba en el Mercado desde los 7 años vendiendo pescado en el puesto de su madre adoptiva; desde ahí alcanzaba a escuchar los gritos de los asistentes a las peleas que se organizaban en el Parque Centenario. Fue así como un día —animado por la emoción de la gente y la necesidad propia—, Rocky se animó a pelear y a partir de ese momento le dedicó su vida al boxeo. Se inscribió al Getsemaní Boxing Club a los 14 años, participó en numerosos enfrentamientos locales y del Caribe, hasta que en los años 70 su talento y su fama lo llevaron hasta el más alto nivel del deporte.  

Durante su carrera, Rocky Valdés obtuvo dos veces el cinturón de Campeón Mundial de boxeo: la primera fue en Montecarlo, en mayo de 1974, enfrentándose al estadounidense Bennie Briscoe en la llamada “Pelea del Siglo”; por su parte, la segunda llegó cuatro años después, en 1978, frente al mismo contendiente.  

A cuatro décadas de su retiro —y casi una desde su muerte—, el gran Rocky Valdés ha sido incluido en el Hall of Fame del Consejo Mundial de Boxeo (WBC) y, según datos del mismo, ganó 68 de los 73 combates que disputó (nada menos que 42 de ellos por K.O.).  

Delia Zapata Olivella 

Con la siguiente persona ocurre algo muy curioso y es que, al igual que la escuela Nueva Lengua, ella no es getsemanicense por nacimiento sino por adopción. Delia Zapata Olivella nació en Lorica, Córdoba, pero desde muy niña se trasladó con toda su familia a una casona en la Calle del Espíritu Santo: la más larga de Getsemaní —después, claro está, de la Calle Larga—.  

Esta bailarina y folclorista fue la primera gran investigadora de la danza en Colombia. Fundó la compañía de baile Ballet Folclórico, a través del cual se dedicó a la conservación y promoción de las danzas tradicionales del país, y defendió su origen tri-racial: amerindio, africano y español.  

Recorrió el mundo llevando las artes escénicas de nuestro país hasta regiones que por primera vez se encontraban con ellas, e incluso obtuvo en 1965 la orden del mérito de la ciudad de Nueva York, por organizar el desfile folclórico de la Quinta Avenida en el día de la raza.